Gonzalo Marroquín - Opinión - Siglo 21 - Publicado 29.05.2011
En las últimas elecciones, uno de cada tres alcaldes (aproximadamente) logró su reelección, y en algunos de los casos llegaron a sumar su quinto o sexto período consecutivo, sin que necesariamente se viera un resultado abrumador en beneficio de los vecinos.
¿La razón de la reelección? Han creado una percepción de imagen positiva, sumado al uso de los recursos municipales para promocionarse e incluso llegar a tener la influencia suficiente para manipular, por decirlo de alguna manera, el resultado en las urnas.
Por otro lado, el continuismo produce ventajas cuando la administración ha sido correcta, pero sobre todo, transparente, algo que en nuestro país brilla por su ausencia, y es precisamente esa falta de transparencia la que sirve para que los “flamantes” “buenos” alcaldes puedan presumir de grandes obras sin que los vecinos puedan saber, mucho menos conocer en detalle, la forma en que se han manejado los recursos públicos. Hay que decir que el continuismo repetido vez tras vez nunca ha sido positivo.
En todo caso, habría que reconocer que si un alcalde ha sido bueno, e incluso si se percibe como bueno, es correcto el que tenga un período más para trabajar en beneficio de la colectividad. Sin embargo, es dudoso, por no decir imposible, que haga buen trabajo tres, cuatro, o más períodos, y no olvidemos que el ejercicio democrático promueve la renovación constante.
El problema fundamental es que muchas veces se produce un marcado aprovechamiento de los recursos de las comunas para canalizarlos a favor de aquel alcalde que se quiere reelegir y, en algunos casos, llegar casi a perpetuarse en el cargo. La historia de la humanidad está plagada de ejemplos en los que se muestra claramente que el poder corrompe, y cuando se convierte en obsesión, corrompe mucho más.
Es una lástima que nuestra Carta Magna haya privilegiado a los alcaldes para que se convierten en personajes poderosos en sus comunidades, con la posibilidad de reelegirse sin límite de períodos.
Nuestra larga historia de dictaduras muestra que aquellos que se hacían del poder buscaban perpetuarse en el cargo, y ya fuera por la manipulación y cambio en la Constitución, o por el rompimiento de ésta, pero siempre lograban su objetivo, que no era otro que seguir gozando de las mieles del cargo.
¿Resultados? Algunas personas con mentalidad fascista pueden decir que las dictaduras, como la de Jorge Ubico, tenían aspectos positivos, pero la verdad es que fueron gobiernos represivos, en los cuales lo único que privaba eran las directrices del “señor presidente” omnipotente y todopoderoso.
Ahora reelegimos a pequeños “reyes” municipales, pero en el fondo es lo mismo. Si se investiga a todos aquellos que se han perpetuado en el poder municipal, veremos que hay con denominador común, como por ejemplo, el hecho de que buscan siempre evadir la fiscalización, que manipulan la organización ciudadana a su favor por los recursos municipales y, en la campaña electoral misma, se aprovechan de los recursos de sus comunas para promocionarse. Amén de que se han enriquecido en el poder, y ello les permite contar con más recursos que sus potenciales opositores.
La reelección con plazos breves y reglas muy claras puede ser buena, cuando se ha dado una administración eficiente y transparente, pero hay que temerle a aquellos que quieren dos, tres o más reelecciones, porque la historia nos ha probado que no es sano y que los que están el poder se corrompen y se vuelven autoritarios, aunque algunos ya lo son desde que llegan.
El mundo cambia a cada momento. Votar por quienes quieren perpetuarse en el poder ha sido un error que muchos pueblos han pagado muy caro.