Roberto Arias - Opinión - La Hora - Sábado, 22 de Enero de 2011
Álvaro Arzú se casó con Sylvia García Granados, su primera esposa, quien lo sacó del anonimato económico, social y político para escalar hacia estratos que jamás soñó. Esto acrecentó su insaciable avidez por el poder y el dinero y, desde ese trampolín accedió por primera vez a la alcaldía capitalina de 1986 a 1990.
En el primer gabinete de Jorge Serrano Elías, quien ganó las elecciones de 1990, Arzú fue designado Ministro de Relaciones Exteriores en el período 1991-1992. Tras la infamia contra Guatemala de firmar, junto a Serrano Elías, el reconocimiento de la independencia de Belice, renunció antes que la población le pidiera cuentas. Fue a disfrutar, según vox pópuli, de los millones recibidos por entregar a extranjeros parte del patrimonio, la dignidad y la soberanía de Guatemala y de los guatemaltecos.
Tuvo, después, el descaro de pedir "una oportunidad" de gobernar, a ese mismo pueblo, quien amnésico y adormecido por la propaganda y agobiado por los inicios de violencia votó por Arzú, quien ofreció acabar con ella en 180 días (¿?) y gobernó del 14 de enero de 1996 al 14 de enero de 2001. Su actual esposa, Patricia Escobar Dalton, es originalmente ciudadana salvadoreña.
Un problema social de insospechada gravedad fue la violencia rampante que aumentó, cada vez más desideologizada y de naturaleza puramente delictiva, un terreno en el que el Gobierno de Arzú cosechó resultados bastante menos que pírricos.
Pero el costo más alto para los guatemaltecos fue la precipitación imprudente de la firma de la paz, suscrita a marchas forzadas para satisfacer la vanidad y la voracidad del ego de Álvaro Arzú. La criminalidad estaba entronizada en ese momento dentro del propio gobierno y se les dio libertad a los Cuerpos ilegales y aparatos clandestinos de seguridad (CIACS) para resolver, a su manera, asuntos criminales y negocios que no convenían al gobernante y a sus amigos. Los asesinatos de monseñor Gerardi Conedera y Olga Novella y su "solución" a sangre y fuego fueron el preludio de la firma de la paz en Guatemala. El Estado de Derecho, como institución, tomó otros derroteros; era prácticamente nulo y la ilegalidad, criminalidad e impunidad crecieron como el frijolar del cuento.
Paralelo al crecimiento de corrupción e impunidad se firmó la paz sin haber fortalecido la institucionalidad en Guatemala. La paz se firmó entre la violencia, sin antes llevar a Guatemala a un estado de reconciliación entre los diferentes sectores sociales involucrados y no involucrados; todo con el fin de que la firma se realizara dentro del mandato de Arzú, sin importar las consecuencias que sufriera la población.
El imparable crecimiento de la violencia en la actualidad se debe en su mayor parte al manejo empírico y egocéntrico que realizó Arzú en su mandato, puesto que elementos básicos se le fueron de las manos e impulsó la ilegalidad como parte del Estado. De ahí se disparó abiertamente la criminalidad, la corrupción y la impunidad dentro y fuera del Estado, lo cual abrió una enorme brecha para la profunda penetración y cuasi institucionalización del narcotráfico y el crimen organizado, quienes ahora tienen de rodillas a los guatemaltecos.
Estas cosas y otras que sería muy largo enunciar son simplemente la parte negra, provocada por Arzú, en la historia reciente de Guatemala.
Quizás algunos quieran "Retomar el camino" con el nefasto Álvaro Arzú para terminar de acabar con Guatemala.
En el primer gabinete de Jorge Serrano Elías, quien ganó las elecciones de 1990, Arzú fue designado Ministro de Relaciones Exteriores en el período 1991-1992. Tras la infamia contra Guatemala de firmar, junto a Serrano Elías, el reconocimiento de la independencia de Belice, renunció antes que la población le pidiera cuentas. Fue a disfrutar, según vox pópuli, de los millones recibidos por entregar a extranjeros parte del patrimonio, la dignidad y la soberanía de Guatemala y de los guatemaltecos.
Tuvo, después, el descaro de pedir "una oportunidad" de gobernar, a ese mismo pueblo, quien amnésico y adormecido por la propaganda y agobiado por los inicios de violencia votó por Arzú, quien ofreció acabar con ella en 180 días (¿?) y gobernó del 14 de enero de 1996 al 14 de enero de 2001. Su actual esposa, Patricia Escobar Dalton, es originalmente ciudadana salvadoreña.
Un problema social de insospechada gravedad fue la violencia rampante que aumentó, cada vez más desideologizada y de naturaleza puramente delictiva, un terreno en el que el Gobierno de Arzú cosechó resultados bastante menos que pírricos.
Pero el costo más alto para los guatemaltecos fue la precipitación imprudente de la firma de la paz, suscrita a marchas forzadas para satisfacer la vanidad y la voracidad del ego de Álvaro Arzú. La criminalidad estaba entronizada en ese momento dentro del propio gobierno y se les dio libertad a los Cuerpos ilegales y aparatos clandestinos de seguridad (CIACS) para resolver, a su manera, asuntos criminales y negocios que no convenían al gobernante y a sus amigos. Los asesinatos de monseñor Gerardi Conedera y Olga Novella y su "solución" a sangre y fuego fueron el preludio de la firma de la paz en Guatemala. El Estado de Derecho, como institución, tomó otros derroteros; era prácticamente nulo y la ilegalidad, criminalidad e impunidad crecieron como el frijolar del cuento.
Paralelo al crecimiento de corrupción e impunidad se firmó la paz sin haber fortalecido la institucionalidad en Guatemala. La paz se firmó entre la violencia, sin antes llevar a Guatemala a un estado de reconciliación entre los diferentes sectores sociales involucrados y no involucrados; todo con el fin de que la firma se realizara dentro del mandato de Arzú, sin importar las consecuencias que sufriera la población.
El imparable crecimiento de la violencia en la actualidad se debe en su mayor parte al manejo empírico y egocéntrico que realizó Arzú en su mandato, puesto que elementos básicos se le fueron de las manos e impulsó la ilegalidad como parte del Estado. De ahí se disparó abiertamente la criminalidad, la corrupción y la impunidad dentro y fuera del Estado, lo cual abrió una enorme brecha para la profunda penetración y cuasi institucionalización del narcotráfico y el crimen organizado, quienes ahora tienen de rodillas a los guatemaltecos.
Estas cosas y otras que sería muy largo enunciar son simplemente la parte negra, provocada por Arzú, en la historia reciente de Guatemala.
Quizás algunos quieran "Retomar el camino" con el nefasto Álvaro Arzú para terminar de acabar con Guatemala.
http://www.lahora.com.gt/notas.php?key=80387&fch=2011-03-19