Roberto Arias - Opinión - La Hora - Sábado, 15 de Enero de 2011
Cuando regresamos un poco en la historia reciente de la República de Guatemala, nos damos cuenta de lo funesto que ha sido Álvaro Arzú para ésta. Lo que ya sabemos que "vendió"; se clavó, como dicen muchos guatemaltecos o se robó, como dicen otros chapines que medio abrieron los ojos, han sido multimillones de dólares sustraídos al Estado, al erario y al pueblo de Guatemala mientras los cegatones le aplauden.
Quién sabe en qué bancos y en cuáles países guardará este hábil embaucador las navegables cantidades de dinero que habrá sustraído y que con alguna seguridad sigue sustrayendo de las empresas estatales que ha negociado convirtiéndolas en iniciativa privada, con el contubernio de sus amigos de corrupción, seguramente miembros de cúpulas económicas nacionales y extranjeras.
Entre broma y broma, con confianza y en familia, se clavaron el Campo de Marte, se apoderaron del Estadio Olímpico y hasta se robaron la calle que circunda dicho estadio; la circularon con un muro para utilizarla como parqueo privado, vedaron inconstitucionalmente la libre circulación al ciudadano y la prensa, agazapada, calló. Él y sus compinches se apoderaron de la zona 1 de la Capital de Guatemala. Primero consintieron que se degradara con la permanencia de vendedores y delincuentes que alienaron el centro capitalino; prohibieron que se remozaran o se les diera un mantenimiento adecuado a los edificios; muchísimos propietarios somataron a precios de risa sus edificios y casas y se las vendieron a los socios banqueros que estaban en espera de que esto ocurriera y finalmente... de un plumazo sacaron a todos los vendedores ambulantes del centro, los metieron hacinados en un lote municipal y se robaron calles y avenidas que ahora utilizan con la finalidad aparente de sacarle el jugo al área como sector turístico. Se rumoran ocho manzanas a tomar.
Columnistas y medios, en lugar de protestar porque se robaron una de las dos únicas arterias que unen totalmente el norte y el sur capitalino (La 6ª. y la 7ª. avenidas.); arrobados, permitieron callada la boca el atropello y... ¡aplaudieron! En una urbe en la que se necesitarían más arterias que allanen las exigencias del recargado tráfico multiplicado por la miopía de la municipalidad, Álvaro Arzú puso un tapón que torpemente deja la salida diaria de cientos de miles de vehículos de las decenas de colonias ubicadas en las zonas 1, 2, 6, 18, etcétera, sin el recurso de la fluidez que daba la 6ª. avenida antes de las nueve de la mañana.
La venta, privatización (o robo) de los activos del Estado de Guatemala: La Empresa Eléctrica; la Compañía Telefónica; Indeca con sus silos y fincas en toda la República; el Ferrocarril; el Correo Nacional; el nuevo Transmetro construido con dinero municipal y con las calles municipales en donde ya no puede alguien cambiarse a los carriles alternos en la 6ª. avenida prolongación (zonas 4 y 9) porque es vía exclusiva del Transmetro (un parche para las necesidades de esta gigantesca urbe del tercer mundo); según dicen, próximamente la Empresa Municipal de Agua; etcétera.
Pero esto es poco, comparado con el daño estructural que este funesto y oscuro personaje, siendo presidente, hizo a la República de Guatemala, debido a su enorme arrogancia, ignorancia e ineptitud. En país de ciegos el tuerto es rey, dice el aforismo que puede enfocarse perfectamente en Guatemala con Arzú y sus congéneres. Continuará...
http://www.lahora.com.gt/notas.php?key=79615&fch=2011-01-15